lunes, 5 de febrero de 2007

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "DICCIONARIO DE GESTOS DOMINICANOS" POR CARLOS HERNÁNDEZ SOTO

EL “DICCIONARIO DE GESTOS DOMINICANOS”

DE FAUSTINO PÉREZ

Palabras pronunciadas en la puesta en circulación del Diccionario de gestos dominicanos, de Faustino Pérez, en el Museo del Hombre Dominicano, el 26 de septiembre del 2000
Por Carlos Hernández Soto1 publicada en la Revista Dominicana de Antropología

Estamos junto a un autor, Faustino Pérez, y su obra, Diccionario de gestos dominicanos (Santo Domingo: Mediabyte, 2000). El autor es ya conocido, tanto por sus actividades docentes en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde es catedrático en los Departamentos de Comunicación Social y de Artes, como por sus obras anteriores, que figuran en el prólogo del Diccionario que presentamos. En 1999, Pérez publicó Las caras de la persuasión; en 1997, Tralalá del comic; en 1994, Este libro se llama... y Teoría de la toma fotográfica; en 1989, Luz (contra)luz; en 1984, Chisporroteo. Son de variado género: publicidad, análisis de contenido, relatos y de carácter didáctico.
En cuanto a la obra que se pone hoy en circulación, se trata de un diccionario de gestos, de gestos dominicanos. Para captar su sentido y alcance, pongámosla primero en un contexto más universal para luego ocuparnos de la obra misma.
El gesto incluye toda clase de movimiento o postura corporal -incluyendo las expresiones faciales-que transmite un mensaje al observador. Aclaremos, sin embargo, que el cuerpo puede también transmitir mensajes sin ningún movimiento corporal. La sola presencia del cuerpo puede envolver un mensaje.
Desde el Renacimiento ha habido muchos fisiognomistas, como G. B. della Porta (Coelestis physiognomiae libri sex, Nápoles, 1603), Charles Le Brun (Conference sur l´expression generale et particuliere, Amsterdam, 1698) y J. C. Lavater (Physiognomische Fragmente, 4 vols., Leipzig, 17758). Estos autores intentaron codificar las expresiones faciales de la emoción y del carácter.
En el siglo XVII, Francis Bacon observó que los gestos eran como ‘jeroglíficos transitorios’ o ‘especie de emblemas’, y las investigaciones de Giovanni Bonifacio y John Bulwer fueron conducidas bajo la hipótesis de que existía una lengua natural y universal del gesto que era entendida por todas las naciones y podía ser utilizada para facilitar las relaciones comerciales entre Europa y los pueblos aborígenes.
En el siglo XIX, La expresión de la emoción en el hombre y en los animales, de Charles Darwin (1872), proporcionó un nuevo poyo al punto de vista de que las expresiones físicas podrían ser heredadas biológicamente. Etólogos modernos subrayan las similitudes entre los movimientos corporales que humanos y animales utilizan para expresar hostilidad, dominio o territorialidad; y señalan la cuasi-universalidad de algunas expresiones faciales de la emoción que, como la risa, el llanto, el bostezo o el sonrojo, parecen traspasar los límites lingüísticos y nacionales.
Pero autores más modernos sobre el tema parten de la hipótesis de que el gesto no es una lengua universal, sino que es producto o forma parte de diferencias sociales y culturales. Hay muchas lenguas y dialectos del gesto. Esta era la creencia de Andrea de Jorio, que a principios del siglo XIX, en su obra La mimica degli antichi investigata nel gestire Napolitano (1832), intentó reconstruir el código mímico de la antigüedad clásica sobre la base de los gestos napolitanos de su época. Por su parte, Marcel Mauss le dio una clásica expresión a esta corriente en su breve pero enjundiosos ensayo sobre las Técnicas y movimientos corporales (1936). En él, el célebre antropólogo francés se refiere a “la forma
en que los hombres, sociedad por sociedad, hacen uso de su cuerpo en una forma tradicional” (Sociología y Antropología, 1979). Mauss subraya en ese ensayo que la manera como la gente permanece de pie, se sienta, camina, usa sus manos, come y duerme, varía grandemente de sociedad en sociedad.
En nuestros días, el estudio de los gestos es realizado primariamente por antropólogos, lingüistas, semiólogos, psicólogos sociales y expertos en comunicación. Estos estudiosos suelen considerar el gesto como una forma de comunicación no verbal, aunque esté frecuentemente unida a esta forma de comunicación, y tiene una palabra, kinésica, para el estudio de los movimientos comunicativos del cuerpo. La kinésica es un campo de estudio altamente desarrollado con una variedad de subdivisiones que van desde la proxémica, o estudio de la distancia que la gente mantiene entre sí cuando habla, hasta la háptica, o estudio de la manera en que las personas se tocan unas a otra durante la conversación.
Señora de origen martiniqueño, residente en Trinidad, haciendo gestos de satisfacción
Hay varias razones para que un investigador estudie los gestos con un interés que no sea de anticuario.
1. En primer lugar, el gesto es un compañero inseparable de toda lengua hablada. La diferencia entre un encuentro cara a cara y una conversación telefónica estriba en que en la primera las expresiones faciales y los movimientos del cuerpo pueden amplificar, modificar, confirmar o desmentir las expresiones verbales. La tristeza o la alegría, la deferencia o el insulto son vehiculados con efectividad tanto por los gestos como por las palabras. Las pifias no verbales -una mirada furtiva o una momentánea duda, por ejemplo- pueden poner en tela de juicio una declaración considerada como honesta. Diferentes idiomas envuelven diferentes movimientos faciales y tienen diferentes connotaciones corporales. Del Alcalde La Guardia de Nueva York se decía que se podía saber por sus gestos si en sus presentaciones por televisión estaba hablando inglés, italiano o yiddish. 2. Otra razón para estudiar los gestos, es que éstos revelan las diferencias culturales. A este respecto, la antropóloga británica Mary Douglas, autora del libro Natural Symbols (Londres, 1970) sostiene que el cuerpo es un símbolo de las relaciones sociales y que el control de las expresiones corporales es más o menos estricto dependiendo del grado de presión que el grupo ejerce sobre el individuo. 3. La tercera razón para estudiar los gestos se relaciona con el hecho de que éstos han sido siempre un ingrediente importante en la diferenciación social. En el siglo XVI se aceptaba que uno de los atributos que distinguía a las damas y a los caballeros era la manera de su movimiento. Por otra parte, las clases consideradas bajas eran percibidas como rudas y faltas de gracia. Adam Smith hizo el contraste entre ‘las personas más educadas’, que mantienen la compostura en los entretenimientos públicos, y ‘la chusma’, que expresa todas sus pasiones con sus gestos y comportamiento. Balzac, en su Teoría del andar (1833), trae este verso de Virgilio: Et vera incessu / patuit dea, es decir, “La diosa se reveló por su andar”. Y a seguidas señala que Demóstenes reprochaba a Nicóbulo el andar como un diablo. Impulsado por el slogan “Quisiera tener el aspecto de un noble!”, Balzac señala y desarrolla las normas para serlo o al menos parecerlo. Entre esas normas se indican: 1) La manera de andar es la fisionomía del cuerpo. 2) La mirada, la voz, la respiración, el andar son idénticos. 3) El descanso es el silencio del cuerpo. 4) El movimiento lento es esencialmente majestuoso. 5) Todo movimiento brusco revela un vicio, o una mala educación. 6) La gracia requiere formas redondeadas. 7) Al caminar, las mujeres pueden enseñarlo todo, pero no dejar ver absolutamente nada. Etc.
4. La cuarta razón para estudiar los gestos es que éstos reflejan las diferencias de género. En todos los períodos históricos, las normas para el comportamiento físico de las mujeres han sido diferentes de las de los hombres. Tradicionalmente, y hasta hace pocos años, en Occidente, a las mujeres se las exhortaba a caminar modestamente, con pasos cortos y con la mirada hacia abajo, a comer porciones pequeñas de alimento y a sonarse la nariz con pañuelos más pequeños y graciosos que el de los hombres. En esta misma línea, Henk Driessen, antropólogo de la Universidad de Nimega, ha hecho un estudio ejemplar sobre los gestos masculinos en la Andalucía rural (Gestured masculinity: body and sociability in rural Andalusia, 1992). De lo dicho se infiere que, en suma, dar cuenta y razón de un gesto e interpretarlo es abrir todo el sistema social y cultural de que forma parte.
Tras este preámbulo, adentrémonos en el Diccionario de gestos dominicanos de Faustino Pérez. Me referiré a algunos aspectos subrayados por mí en el prólogo de la obra.
1. Este Diccionario de gestos dominicanos tiene el mérito de ser el primero en su género publicado en el país. Podemos colocarlo, mutatis mutanda, junto a obras como las siguientes: Beaux gestes: A Guide to French Body Talk, de L. W. Wylie (Cambridge, Mass., 1977); Diccionario de gestos: España e Hispanoamérica (2 vols.), de Meo-Zili y S. Mejía (Bogotá, 1980-3; A Dictionary of Russian Gesture, de B. Monahan (Ann Arbor, 1983); De gestes et de mots pour le dire, de J. Montredon (Paris, 1986). 2. La obra que comentamos es fruto de más de una década de investigación en que su autor ha practicado una observación pertinaz, acuciosa y casi obsesiva. Su descripción de los gestos dominicanos la ha plasmado en una fotografía de gestos conjugada con palabras. Y es que el autor del primer diccionario de gestos dominicanos, además de teórico de la comunicación, lo es también de la fotografía y se ha revelado como un consumado fotógrafo de gestos. 3. Como experto en comunicación, el marco epistemológico de Faustino Pérez en el Diccionario que presentamos no es el de la comunicación verbal y no verbal por separado, sino el de la comunicación simpliciter. Su teoría de la comunicación se ha convertido para él en una semiótica del lenguaje verbal y no verbal. 4. La técnica descriptiva de los gestos seguida por Faustino Pérez es una innovación metodológica que puede servir de pauta a otros investigadores. En la descripción de los gestos, nuestro autor se atiene a los siguientes aspectos: -antecedentes y descripción del gesto -cinetismo del ademán -repetición y/o duración del gesto -vocalización y/o frases estereotipadas que acompañan al gesto -significados secundarios o alternativos del gesto -ejecutantes del gesto de acuerdo al género, teniendo en cuenta también las variantes regionales, cuando las hay.
5. La obra no es sólo un diccionario de gestos, sino que en la Introducción y en el apartado dedicado a Los protagonistas del gestear (los ojos, las manos y la boca), nuestro autor esboza un pequeño tratado sobre los gestos humanos. Al concluir esta presentación, queremos subrayar, como escribimos en el prólogo de la obra, que que este es el primer Diccionario de gestos dominicanos que se publica en el país.

3 comentarios:

Valores de la Familia en tiempos de Crisis dijo...

Hola, soy estudiante de antropologia en la UASD y me parece bastante interesante este blog.

Como soy nuevo en esta carrera me gustaria estar en contacto con otros colegas. Sigue adelante con este proyecto....
jalinton@gmail.com

monica dijo...

hola encontré muy bueno el material...ojalá sigan publicando cosas...soy estudiante de arte y pretendo empezar mi tesis con este tema en relación al arte, si tuvieran un dato seria de gran ayuda , gracias

Estudia Antropologia dijo...

Interesante encontrarse con temas de este tipo. Yo tambien soy estudiante de nuevo ingreso en Antropologia en la UASD.